“PETARDOS” PELIGROSOS

Esta mañana me pareció que alguien tiraba un petardo a la puerta de nuestra casa, pero poco después los “petardos” adoptaron la regularidad propia de los disparos de metralleta. De hecho unos bandidos asesinaron ayer una señora en su casa (habían ido a robar), y la policía los había arrestado; había una multitud enfurecida en torno a ellos y querían lincharlos allí mismo en la calle (algo relativamente común –en ciertos barrios- es meter a los ladrones dentro de un neumático y después prenderles fuego). La policía tenía que disparar para dispersar a la gente. Yo me asomé por encima del muro pero los disparos me convencieron de que era mejor mantener la cabeza debajo del muro, sobre todo teniendo en cuenta que la multitud, la policía y los bandidos arrestados pasaban por una zona más baja de la montaña (a 25 metros), y que las “balas perdidas” suelen “encontrar” a la gente cuando hay grandes multitudes reunidas.

Conclusión: no se preocupen por mí a causa del Ebola o de la malaria (el primero queda muy lejos de Kinshasa, y para la segunda hay medicamentos –si uno se trata a tiempo-); en mi opinión es más probable que sea una bala la que me dé el pasaporte a la eternidad (aunque incluso así las probabilidades son bajas). Hace poco más de un año, cuando asesinaron al P. René de Haes S.J., él ya era el n° 15 o 16 de asesinatos en el barrio durante ese año. Como estamos en una zona periférica hay más bandidos. A pesar de todo, la situación está mejorando sensiblemente en la ciudad, aunque las mejoras tardarán más en notarse en la periferia.

Que el Señor nos dé la gracia para dejar de lado esas preocupaciones para poder ocuparnos de lleno a la misión que El nos encomienda.