UNA HISTORIA DE LADRONES

El otro día estábamos esperando (mejor, “desesperando”) en un atasco de 3 horas y se ve que los ladrones de la zona aprovecharon para robar los teléfonos portátiles de los incautos. Vi como pasó por delante de nuestro coche un ladrón corriendo y el amo del teléfono detrás (sujetándose los pantalones, por cierto). Pero la historia que quería contar no la viví yo, sino una chica que conocemos.

Un día, esta chica estaba en el transporte público (una furgoneta donde hay más gente que en una lata de sardinas) y en el momento de bajarse, una señora descubrió que le habían robado el teléfono (un desastre, teniendo en cuenta que el teléfono portátil es el equivalente a 2 o 3 salarios mensuales). Pero uno de los viajeros tuvo una genial idea y preguntó: “¿Cuál es su número de teléfono?” La señora se lo dijo y el llamó al número robado. ¿Resultado? El teléfono empezó a sonar justo en la cabeza de un militar que estaba en el transporte y que llevaba una boina. Llamaron a la policía y cuando los agentes del orden llegaron levantaron la boina y ¡alehop! ahí estaba el teléfono. Vaya ladrón más amateur… no puso el teléfono en modo silencioso.