LOS “CARACIRIESCOS”

El término “caraciriesco” apareció en una conversación con mi padre sobre el tema del humor. Dentro del cristianismo podemos encontrar concepciones que identifican la seriedad con ser buen cristiano. Si por seriedad se entiende lo contrario a superficialidad, frivolidad e inmadurez, entonces estoy de acuerdo; pero si por seriedad se entiende una especie de rigidez y autocontrol que recorta la espontaneidad propia de la alegría, y que da al cristiano un aire duro, distante y un poco inhumano, entonces no estoy de acuerdo. Es verdad, que en ciertas etapas de la vida espiritual es necesario un cierto autocontrol que es artificial pero necesario, pero no me parece que ese sea el ideal al cual tender, sino sólo una parte del camino.

Si somos personas tristes, amargadas y reprimidas no daremos una imagen atractiva del cristianismo, no daremos un buen testimonio.

A continuación transcribo la regla n° 134 del Directorio de mi Congregación:

“Seamos alegres sin disipación, amables sin familiaridades excesivas. Evitemos las chanzas, los juegos de palabras y chistes que pudieran herir o molestar, o cortar las buenas conversaciones. Más particularmente, guardémonos de proferir ironías o burlas y palabras ofensivas.”