UNA AMIGA MUY CERCANA

Una de las cosas más difícil de integrar psicológicamente cuando vienes al Congo es que te puedes morir en cualquier momento. Esta sensación no la tuve ni en España ni en Argentina.
Por la noche a veces me despierto porque disparan cerca de la puerta de nuestra casa. Hace poco mataron a un magistrado vecino porque los ladrones no encontraron el dinero que esperaban encontrar (nosotros siempre guardamos una cierta cantidad, pero no mucho, para evitar esa eventualidad).
La malaria, enfermedad que transmite el mosquito anófeles, te puede llevar a la tumba en una semana una vez desencadenada la crisis.
Los accidentes de tráfico son muy frecuentes dado el estado de las carreteras, de los vehículo y que los permisos de conducir se pueden conseguir con sobornos.
Una vez me encontré en medio de una manifestación contra la MONUC (y los blancos) y casi no lo cuento.

En fin, aunque es verdad que morirse para estar con Cristo es una cosa deseable, pero cuando en concreto tienes que enfrentarte a la muerte, entonces te pones a temblar. Lo bueno de todo esto, es que uno realmente aprende a confiar y a ponerse entre las manos de Dios (si llega a superar el choque psicológico de los primeros meses).

Si Jesucristo el Hijo de Dios se encarnó en una situación mucho más difícil que la mía, ¿voy a quejarme de lo que tengo que vivir? No.

Gracias Dios mío por haberme enviado al Congo, gracias por la compañía de la amiga muerte.