EJERCICIOS ESPIRITUALES N° 53
Comparto con vosotros los testimonios de los ejercicios espirituales que tuvieron lugar del 12 al 15 de febrero 2009:
* Acabo de recoger un diamante: hacía nueve años que no tenía la oportunidad de recogerme en buenas condiciones.
* Unos ejercicios benéficos. No me confesaba desde hacía 3 años. Me he sentido interpelado en muchas enseñanzas, es como si fueran dirigidas a mí.
* Hacía mucho tiempo que no me confesaba. Me ha impactado mucho la cuestión del pecado de presunción (pienso que ahora no voy a pecar tranquilamente sabiendo que tengo una responsabilidad que Dios no va a ejercer en mi lugar).
* He venido con mi hijo mayor. Pienso que vamos a espabilarnos mutuamemente.
* Me ha impactado descubrir que Dios es amor et que da su vida por nosotros (haciendo la voluntad de Dios). He tomado la resolución de hacer la voluntad de Dios como Jesús.
* Estaba separado de Dios, no rezaba desde hace un año. He redescubierto la presencia de Dios en mi vida. La contemplación de la Pasión me ha confortado mucho. Voy a invitar a otros a hacer la misma experiencia.
* Me sentía abandonado por Dios desde hace 5 años. He podido revivir el sacramento de la reconciliación y el acompañamiento espiritual. La contemplación de la cruz de Jesús me ha animado y me ha dado fuerzas para llevar mi cruz. He llorado mucho durante estos ejercicios (algo extraordinario en mí).
* Me ha impactado la cuestión de los dos pecados opuestos: la desesperación y la presunción. También me ha impactado la imagen de María como “nueva Eva”. En relación con mi vocación: voy a terminar la universidad dentro de poco y quería clarificar mi vocación. Gracias a Dios he visto claro cuál es mi camino.
* Debido a mis sufrimientos pensaba que Dios no me quería. Pero después de ciertas meditaciones me he convencido de que Dios me ama y tengo ganas de continuar con mi lucha diaria.
* Lo que me ha impactado más es el sacramento de reconciliación: no me confesaba desde hacía diez años.
* Es Jesús quien conduce nuestra vida, nadie podrá detenernos.
Etiquetas: Testimonios
5 Comments:
Hola, Francesc:
Por lo que leo en tu post, la confesión ocupa un lugar importante en los ejercicios espirituales que realizáis. Y vengo dándome cuenta de que la denominación del sacramento de la penitencia se ha dulcificado, llamándosele ahora “de la reconciliación”. Me parece mejor.
Pero respecto a este sacramento quiero decir que, pareciéndome vital e indispensable en la cuestión de fondo, en lo concerniente a su forma me resulta muy duro. Además, en mi caso, desde siempre ha jugado un papel ahuyentador de la intención que persigue.
La primera vez que debía enfrentarme formalmente a este sacramento, la víspera de mi Primera Comunión, sentí miedo y me escabullí en el colegio como pude entre el alumnado, y me quedé sin confesar. Cuando llegué a casa, mi padre quiso saber con toda su buena intención “qué le había contado al sacerdote”. Salí del paso rápidamente con lo primero que se me cruzó por mi tierna mente de 8 años.
Desde entonces me espanta tener que confesarme con arreglo al protocolo que ordena la Iglesia, porque no lo hago con gusto. Estoy más pendiente de cómo dirigirme al cura, de cómo exponer los hechos y de cuál va a ser su reacción que de lo que verdaderamente he de cuidar: el sentimiento de arrepentimiento y la seria intención de no volver a incurrir en la misma falta.
Prefiero las celebraciones comunitarias de la penitencia. Ahí me siento muchísimo mejor, me conciencio más, pido perdón con mayor sinceridad y medito en profundidad sobre mis actos. De la otra manera lo que hago es un teatro.
Y por supuesto está la oración, en la que hay cabida también para el deseo de reconciliación.
Otra cuestión que quisiera plantearte, ahora que está cerca la Cuaresma, es en qué debe consistir exactamente el ayuno. A estas alturas aún no lo tengo claro del todo. Y si no es indiscreción, ¿cómo ayunas tú?
Gracias de antemano y un gran saludo que te envío al Congo.
El sacramento de la confesión es personal y auricular. Lo de comunitario es accesorio y para circunstancias que no son del caso, como que vas en un avión y se va a estrellar. Pero aun en esos casos se mantiene el deber de solicitar el perdón en confesión personal. La norma es incuestionable. Además de razones de prudencia, comunitaria, está la forma querida por Cristo.
Andreas, a mí también me cuesta mucho confesarme. Si en los ejercicios espirituales que predicamos hay tanta gente que se confiesa es porque en realidad una gran parte de los ejercicios están dirigidos a preparar ese momento como un encuentro personal con la misericordia de Dios. Cuando antes de confesar los propios pecados se confiesa la misericordia de Dios, entonces la cosa cambia; es como si tienes una enfermedad vergonzosa: aunque te avergüence mostrársela al médico lo harás, pues él sólo quiere curarte.
Respecto al ayuno: yo ayunaba una vez por semana desde los 13 años, pero al llegar al Congo lo dejé porque me convenía estar bien alimentado para evitar la malaria. En zonas donde la gente ya ayuna de forma habitual por las circunstancias de la vida creo que hay que echar mano de lo que decía el papa Juan Pablo II (el ayuno de televisión), es decir, "ayunar" respecto a aquello que puede entorpecer nuestra conversión o progreso espiritual.
A ver si un día publico la conferencia que suelo dar en respuesta a la objeción: "¿Por qué hay que confesarse con un cura?", así se puede responder a esta cuestión más ampliamente de lo que ha hecho Alvaro (que tiene razón, pero es muy sintético).
Leyendo hoy a Marcos 9, 30-37, donde se describe la preocupación de los apóstoles por saber quien tendría una jerarquía más elevada entre los seguidores de Cristo, se me ocurre insertar la siguiente reflexión:
El cristianismo es un estilo de vida que en ocasiones es diametralmente opuesto al del mundo, y de nuevo hoy se lo hace ver Jesús a los doce. Hoy, en particular, resalta Jesús el valor de los puestos. De ordinario el criterio del mundo es: "el que tiene mejor puesto debe ser servido por los demás". Para Jesús es al contrario: el que está hasta arriba, el primero, es el servidor de todos. Si los políticos, empresarios, jefes, supervisores, los mismos padres de familia y los líderes religiosos entendiéramos esto, las cosas en el mundo no estarían como están. Muchos que alcanzan a tener poder y dominio sobre los demás buscan en general sacar provecho de su posición y servirse de aquellos a los cuales deben servir. Es por ésto que las estructuras no podrán cambiar mientras el corazón del hombre no cambie, se convierta y tome verdaderamente en serio su compromiso como cristiano.
A nadar se aprende nadando y a servir sirviendo, aprovechemos este día que Dios nos regala para descubrir el gozo de servir a los demás, y de usar nuestra posición para beneficio de los que dependen de nosotros.
En los ejercicios espirituales, se busca precisamente esto, cambiar el corazón del hombre, para regenar las injustas estructuras de la sociedad. Ánimo misioneros, que vuestra labor es importante
y sin ella estas gentes no tienen futuro.
Continuamos rogando por vosotros.
Gracias Javier Padre, pero en el Congo, con las dificultades que se están viviendo, prima la siguiente ecuación:
más poder=más corrupción=más dinero
No ser corrupto cuando se puede (y en una situación de sálvese quien pueda) implica bastante heroísmo. Intentamos que Jesús les dé la motivación para dar ese paso.
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