PROCESION DE OFRENDAS
Ayer domingo estuvimos en misa en la parroquia Saint Frédéric. Llegado el momento de las ofrendas me sorprendió que las señoras que llevaban las cestas se acercaban danzando hasta delante del altar, y los fieles las seguían detrás danzando (yo también, que ese día estaba entre el público).
Pues bien, la cuestión es que me puse a cronometrar (tengan en cuenta que había unos 600 asistentes):
1°) Primera procesión de ofrendas: 10 minutos.
2°) Segunda procesión de ofrendas (para la construcción): 5 minutos.
3°) Última procesión (donde se llevaban las cestas de dinero más arroz, harina, etc, y los bebés para bendecirlos): 5 minutos.
Total: 20 minutos. Y lo mejor, es que no se hace ni largo ni pesado.
Es difícil dormirse en una celebración congolesa, pues aquí se mueven todos como si fueran de la renovación carismática. Además es típico que la mujeres hagan el grito o chillido que se ve a hacer a los indios (de América del Norte) o a los árabes; y yo tenía una a menos de un metro… pobre tímpano… todo sea para la gloria de Dios. Resumiendo, que si estás deprimido, después de una misa congolesa se te levanta el ánimo.
Cambiando de tema: hoy ha vuelto a llover a pesar de que la estación de lluvias teóricamente había terminado (cosas del cambio climático global). Fuimos a la parroquia St. Bernard y a pesar de la lluvia vimos a mucha gente caminando y sin paraguas. La explicación es que, cuando llueve, hay menos transporte público, por varias razones:
- Muchos vehículos suelen estropearse cuando entrar en los grandes baches llenos de agua (en realidad, mini-lagos).
- Muchos no tienen 4X4 lo cual dificulta la circulación allí donde hay más barro.
- La falta de frenos o de neumáticos en buenas condiciones.
- La falta de cristales hace que los pasajeros se mojen, por lo tanto no se circula.
- Los atascos, pues implican gasto de gasolina sin amortización suficiente.
De hecho un chica que conocemos pidió que la alojáramos esta noche pues ya era tarde y no podía ir a pie hasta su casa por motivos de seguridad (para llegar hasta nuestra residencia tuvo que caminar unos 5 o 6 kilómetros bajo la lluvia y sin paraguas, como la gran mayoría –no llevan paraguas porque es molesto, y cuando la lluvia les sorprende se mojan de arriba a bajo-).
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